miércoles, 23 de enero de 2013

Un rayo de esperanza - Lectura para That quiz

Español 6
Sr. Maldonado

Lee cuidadosamente la siguiente lectura. Luego contesta los ejercicios en el programa That Quiz.


Un rayo de esperanza

          Los rayos cálidos del astro rey van despertando a los animales del zoológico. Los felinos estiran sus patas y bostezan con gran pereza. Unos osos se acercan al agua turbia del pozo que tienen en su jaula. Un caballito frota su piel contra la reja, tratando de calmar el escozor que le causa el suelo fangoso. Las aves emiten sonidos agudos
clamando por su comida.
 
         - ¡Amigo león! ¡Amigo león!  - se escucho desde lo alto de un árbol. El león reconoció al visitante. Era su amigo, el pitirre, que diariamente venía a saludarle. Al león se le hacía difícil contestarle porque todavía estaba malhumorado. Todos los días despertaba molesto y lleno de coraje. Le disgustaba verse encerrado entre aquellas oscuras rejas. Esa mañana sentía sus patas más entumecidas que nunca. Creyó que no iba a poder pararse. Cobró ánimo y se incorporó muy aturdido.-¿Cómo te sientes, amigo del aire? ¿Qué noticias me traes? - dijo el león.- Tuve que mudar mi hogar – expresó el pitirre saltando encima de la jaula . Los hombres van a construir un edificio y están destruyendo todos los árboles.

 - ¡Qué pena! ¿Por qué será que los hombres nos causan tantos sinsabores?  Aquí sigue todo igual. Tenemos la misma comida, el mismo olor y lo peor, el doloroso encierro – dijo el león mientras lamía la herida que tenía en una pata. - Mira al elefante, toda su fuerza está detenida por esas cadenas que lleva en sus patas traseras. Tus parientes, los cóndores y las águilas, no pueden recordar las níveas cumbres. Ya no pueden desplegar sus alas para remontar los picachos. Están confinadas a esas jaulas estrechas que le impiden moverse. Las jirafas nacieron para estirar su cuello hacia el alimento de las ramas y ahora, las obligan a doblarse para comer del suelo. La cebra está inmovilizada, prisionera en un espacio reducido del corral. ¡Pobre leopardo! En la selva, parecía una saeta lanzada al viento. Ahora, sólo se mueve de un lado para otro sin ir a ningún lugar. El mono ya no necesita ser cuadrúmano para trepar. Su vida se limita a estar ahí, casi quieto, esperando la burla de la gente que diariamente viene al zoológico.

 
         Una lágrima fría y lenta rodó por el rostro de aquel animal enjaulado. Sentía que su vida se consumía sin esperanza. Volteó su cabeza melenuda para espantar a las moscas que revoloteaban en sus orejas. Dejó caer su cuerpo enflaquecido sobre el duro suelo. No tenía fuerzas ni ánimo para rugir.

 
         - Olvídate de la tristeza. Siempre vendré a contarte todo lo que ocurre en ese mundo que no puedes ver ni disfrutar – dijo el pitirre. Puedes valerte de tu imaginación y volar. Te mostraré las praderas, los montes y los ríos. Treparemos al penacho de una palmera y contemplaremos la inmensidad del mar.

         -Tienes razón, amigo – dijo el león. Me robaron la libertad para moverme, pero tengo el poder de la imaginación. Algún día, todos nosotros regresaremos a la selva. No habrá rejas ni muros que nos impidan gozar de la libertad. Los carceleros desaparecerán, y los prisioneros se convertirán en seres libres.
 
         Un profundo silencio llenó cada rincón del zoológico. El león miró esperanzado al pitirre. Se tiró al suelo y cerró sus ojos para soñar.

         - ¡La libertad está cerca! ¡Ven conmigo a ver el mundo a través de mis ojos! ¡Aún tienes sueños, aún puedes imaginar! - cantaba el pitirre.